Cada vez resulta más sencillo encontrar todo tipo de ofertas deportivas para las edades más tempranas de la vida (0 a 18 años), algo que a priori puede resultas bueno, pero en ocasiones por una mala formación o por negligencias de los responsables implicados (entrenadores, monitores, directivos, padres, etc.) acaba siendo perjudicial para los menores. Y es que el deporte en general (aunque en mayor parte a edades tempranas) ha sufrido variaciones negativas, tanto en referencia a la calidad del servicio como a su organización, afectando al tiempo dedicado, al número de participantes y a la formación de los técnicos y monitores encargados del desarrollo de las actividades (Manrique, López, Monjas, Barba, y Gea, 2011). Y si bien es cierto que los beneficios de la práctica deportiva son más que conocidos en la sociedad actual, algunos autores como Castejón (2005), afirman que no toda la actividad física es beneficiosa teniendo factores que limitan la actividad, como la influencia social, familiar e institucional.
Partiendo de las premisas marcadas por Manrique, López, Monjas, Barba, y Gea (2011) y Castejón (2005) podemos concluir que el descenso de la calidad del deporte escolar favorece la presencia de los aspectos más negativos de la actividad deportiva como pueden ser; los objetivos no educativos, violencia, lesiones y el abandono de la actividad física. Es aquí donde el papel de la gestión del desarrollo de las actividades deportivas debe hacer hincapié en la utilización del deporte como un medio educativo.
Plantear la diferenciación entre deporte educativo y deporte de competición es un primer paso necesario. Giménez (2005) afirmó que el deporte de alta competición promueve conductas rechazadas desde un punto de vista educativo y tiene una alta influencia en la sociedad, como la alta competitividad, el “todo vale” y otras conductas semejantes. Este mismo autor, planteó la utilización del deporte escolar, no como base del deporte adulto, sino como base del desarrollo motriz, y así ampliar las posibilidades deportivas para que los niños y niñas obtengan beneficios, aunque sus objetivos no sean competitivos.
Desde un punto de vista del desarrollo, la educación deportiva debe fomentar también la transmisión de valores motores, sociales, morales e intelectuales (Castejón, 2004a) y para la planificación de un deporte que persiga este objetivo, sería necesario considerar que el alumnado tiene una idea preconcebida del deporte asociada a una serie de objetivos que espera conseguir durante su práctica (en el caso del fútbol, por ejemplo, marcar un gol). Bajo la premisa del desarrollo del alumnado, el docente puede aprovechar este conocimiento de cara a la configuración y organización de ejercicios adaptados a las condiciones individuales que eviten beneficiar a algunos deportistas en detrimento de otros con una práctica deportiva estándar.
Factores que influyen en la práctica deportiva
Hermoso (2009) destacó la importancia de tres factores que condicionan la predisposición a la práctica deportiva en edad escolar por parte del alumnado: el género, la edad y el contexto.
El género se presenta como la variable más diferenciadora respecto al interés por la práctica deportiva (Ruiz, García y Hernández, 2001) y algunos estudios confirman con su investigación que las chicas en edad escolar presentan un menor interés por la práctica deportiva en comparación con los chicos (Macías y Moya, 2002). El tipo de deporte, el interés competitivo y la tasa de abandono también crean diferencias intergénero, decantándose los chicos por deportes de carácter colectivo con base en la competición, como el fútbol y el baloncesto, en cambio, entre género femenino, por lo general, se decanta por deportes individuales como medio de recreación o salud (Moreno, Martínez y Villodre, 2006).
El dato más relevante en referencia a la relación entre práctica deportiva y edad es el descenso progresivo de la práctica deportiva a lo largo de las etapas de desarrollo, siendo la adolescencia el período donde más abandonos se producen (Hermoso, 2009)
Las diferencias intergénero aumentan cuando se estudian longitudinalmente en el tiempo, percibiéndose un aumento de la diferencia entre chicos y chicas a lo largo de la edad escolar. Concretamente, se encontraron diferencias en la edad de abandono, siendo las chicas las primeras en abandonar la actividad deportiva en la transición de la educación primaria a la educación secundaria, mientras que los chicos suelen mantener una media de entre 2 y 3 años más (Moreno et al., 2006; Ruiz, 2001).
Respecto al tercer factor implicado, Castejón (2004b) destaca tres contextos como los más influyentes en la predisposición a la práctica de actividad física en edad escolar: El centro educativo, la familia y los grupos sociales. Existe un interés familiar para que los niños practiquen deporte, pero no cualquier deporte, pues la familia se ve influida por los cánones sociales que favorecen unos deportes para chicos y otros para chicas. También existe la posibilidad de que los padres muestren interés en que sus hijos realicen una práctica determinada por su propia experiencia, volcando en ellos sus antiguos objetivos de rendimiento y éxito. Igualmente, el centro educativo no está exento de la influencia social, tanto de manera directa, por parte de los compañeros de aula, como de manera indirecta, por la influencia de la sociedad en los profesores y los conocimientos que éstos transmiten, o en la ley educativa y su propuesta de organización del currículo académico, más específicamente la educación física. La disposición física del centro también promueve la práctica de deportes concretos en función de las características de las infraestructuras y las posibilidades que estas permiten.
En conclusión, el deporte en edad escolar debe diferenciarse del deporte adulto, teniendo objetivos propios en el desarrollo de la población infantil, tanto física como psicológicamente, por medio de la actuación en los factores que repercuten en su percepción social, y la promoción de valores como el compañerismo, la igualdad y el altruismo (Hermoso, 2009).
Referencias
Castejón, F.J. (2004a) Una aproximación a la utilización del deporte. Educación deportiva.EFDeportes, 77. Recuperado de: http://www.efdeportes.com/efd77/deporte.htm
Castejón, F.J. (2004b) Una aproximación a la utilización del deporte en la educación. EFDeportes, 73. Recuperado de: http://www.efdeportes.com/efd73/deporte.htm
Castejón, F. J. (2005) ¿Es el deporte un contenido educativo? En F. J. Giménez, P. Sáenz-López y M. Díaz (Eds.) Educar a través del deporte, (pp. 11-22), Huelva, España. Universidad de Huelva Publicaciones.
Hermoso, Y. (2009). Estudio de la ocupación del tiempo libre de la población escolar y su participación en actividades extraescolares(tesis doctoral). Universidad de Málaga. Málaga.
Hernández, S., Pozo, C. y Alonso, E. (2004) La aproximación multimétodo en evaluación de necesidades. Apuntes de Psicología, 22, 293-308.
Giménez, F. J. (2005) ¿Se puede educar a través del deporte? En F. J. Giménez, P. Sáenz-López y M. Díaz (Eds.) Educar a través del deporte, (pp. 85-98), Huelva, España. Universidad de Huelva Publicaciones.
Macías, V. y Moya, M. (2002) Género y deporte. La influencia de variables psicosociales sobre la práctica deportiva de jóvenes de ambos sexos. Revista de Psicología Social, 17, 129-148.
Manrique, J. C., López, V. M., Monjas, R., Barba, J. J., y Gea, J. M. (2011). Implantación de un proyecto de transformación social en Segovia (España): desarrollo de un programa de deporte escolar en toda la ciudad. Apunts. Educación Física y Deportes, 105, 58-66.
Moreno, J.A., Martínez, C. y Villodre, N.A. (2006) Actitudes hacia la práctica físico-deportivo según el sexo del practicante. Revista Internacional de Ciencias del Deporte, 2,20-43.
Ruiz, F., García, M.E. y Hernández, A.I. (2001) El interés por la práctica de actividad físico-deportiva de tiempo libre del alumnado de la Universidad de Almería. Un estudio longitudinal. Apunts. Educación Física y Deportes, 63, 86-92.